Acentos en doblaje

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Tal y como pasa en España, los actores extranjeros no comparten el mismo acento. Si nos centramos, por ejemplo, en los de Hollywood, sería absurdo pensar que todos hablan la misma variedad de inglés. Igual sucede con Reino Unido, Francia, etc. A la hora de doblar, sin embargo, se tiende a estandarizar totalmente el idioma. ¿Un error? Mi respuesta es «depende», me explico: Bruce Willis sonaría bastante raro en español con acento vasco y a Anne Hathaway no le pegaría nada un acento gallego, sin embargo, cuando uno de los actores es de origen, digamos, exótico o su idioma materno no es el de los demás actores, perfectamente se podría hacer una distinción en doblaje.

Un ejemplo clarísimo en la que se distinguen los acentos francés y alemán es en la película Ratatouille. He aquí el tráiler de la película (no he encontrado un vídeo en el que salieran todos, en éste sólo se oye el francés):

Una serie de dibujos que me encanta y en la que hay gran variedad de acentos peninsulares es Hora de Aventuras: los personajes principales (Finn y Jake) tienen un acento estándar aunque con mucho vocabulario coloquial, como tronco, flipe… Y luego está mi personaje favorito, la Princesa del Espacio Bultos, cuyo acento pijo madrileño me parece absolutamente maravilloso. Aquí tenéis una escena:

Dejémonos los dibujos ahora y vayamos con gente de carne y hueso. En la serie The Big Bang Theory, uno de los personajes, Rajesh Koothrappali, es de origen indio y en la versión original tiene un fuerte acento de su país; sin embargo, en la versión doblada, ese acento ha desaparecido por completo y tiene el mismo que los demás. Esto no supondría un problema si, en algunas ocasiones, los demás personajes no hicieran referencia a su pronunciación extraña de palabras o le imitasen, cosa que sucede en varios episodios y es algo que, por desgracia, en la versión española se pierde por completo. He aquí un fragmento de un episodio en español en la que Rajesh habla:

Por otra parte, la moda de la estandarización se está, digamos, suavizando ligeramente y se están respetando las diferencias acentuales en las ocasiones en las que es importante hacerlo. En la (genial) película de Tarantino, Django desencadenado, vemos que, en la versión doblada en español, los esclavos hablan de forma algo vulgar, una opción que me ha parecido estupenda. En esta escena podéis verlo con claridad:

Por lo tanto, a la hora del doblaje, no sólo hay que tener en cuenta la forma del lenguaje, sino también su melodía, para que el resultado final quede redondo.

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¡Una de cuadernos Rubio marchando!

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Uno de los 2014-02-17 09.22.28muchísimos ejemplos de faltas de ortografía que nos encontramos a diario en cualquier sitio: éste es de un hospital de Murcia. Totalmente real.

Cualquier fotografía de ejemplos como éste será más que bienvenida.

Hablamos de idioma, no de política

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Antes de empezar con el tema que hoy me interesa y de que se me tache de «anticatalanista», «antigaleguista» o cualquier otro anti-ista, quiero aclarar que, como titulo esta entrada, no es ninguna opinión política la que voy a exponer, sino meramente lingüística.

Hoy en día, por evitar conflictos sociopolíticos o simplemente por moda, los medios de comunicación nombran ciudades de Cataluña, País Vasco y Galicia en los idiomas de sendas comunidades, es decir, Lleida, Ourense, Donostia… Esta tendencia es totalmente innecesaria para mí, ya que en castellano tienen sus nombres. Al igual que no decimos London ni New York, no comprendo ni comparto la lógica de preferir Lleida a Lérida.

Del mismo modo que en catalán (por ejemplo) existen y se utilizan nombres de otras ciudades y provincias españolas como Osca (Huesca), si existen topónimos gallegos, vascos y catalanes en castellano, ¿por qué ignorarlos? Voy a poner un ejemplo muy claro: en castellano hablamos de «La Dama de Elche», no de «La Dama de Elx». ¿Y si la escultura en cuestión fuese de Orense? ¿O de Gerona?

Ni mucho menos estoy defendiendo el uso exclusivo de los nombres de lugares en castellano en detrimento de los demás idiomas peninsulares, sólo defiendo el castellano y su vocabulario. Como he argumentado en otras entradas, tenemos un idioma hermoso y rico y no me cabe en la cabeza las razones de «embellecerlo» con vocabulario y expresiones en otros idiomas (excepto el latín) que ya existen en el nuestro. Igualmente no me parecería bien que hablantes de gallego, vasco o catalán utilizaran palabras en castellano existentes y comunes en tales idiomas.

Respetemos las lenguas. Es la mejor forma de mantenerlas vivas.

Lenguaje políticamente (in)correcto

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Por circunstancias sociohistóricas ha surgido el famoso lenguaje «políticamente correcto», nacido para evitar malentendidos lingüísticos. Hay numerosos ejemplos de este tipo de lenguaje:

El que inventaron los estadounidenses, bien por mala conciencia o por los movimientos a favor de las personas negras de los años 60, «afroamericano». Cierto es que durante mucho tiempo se utilizaba el término «negro» como despectivo hacia esta raza, pero ahora, con la mezcla de culturas que hay por todo el globo, no veo necesario un eufemismo tan exagerado y más cuando es una palabra que solo refiere a los habitantes negros en América. ¿Un negro en Europa debería llamarse «afroeuropeo? ¿Qué pasa si la persona en cuestión no ha nacido en África? Ya no se puede considerar africano a pesar de sus raíces. Si seguimos esta lógica, a los propios americanos deberíamos llamarlos «europamericanos» por sus raíces europeas. ¿Es el color tan importante para tener que inventar nuevas palabras para «no ofenderlos»?

Uno al que le tengo gran aversión es el de añadir el femenino a los términos genéricos: AMPA (Asociación de Padres y Madres de Alumnos), por ejemplo. Cuando la norma dicta que el masculino plural es genérico, ¿por qué los defensores de la «igualdad» se empeñan en darle una patada al diccionario y añadirle el femenino a todo? En mi opinión, es un atentado en contra de la economía del lenguaje y el buen hablar. No le veo sentido a que haya gente que se sienta ofendida por no añadir el equivalente femenino a un masculino plural que ya lo engloba.

Los verbos ser y estar también están metidos en el ajo. El verbo ser se utiliza para describir la esencia, lo permanente, mientras que el estar sirve para lo pasajero, lo cambiante. Es por eso, que los defensores del lenguaje políticamente correcto defienden el verbo estar para el adjetivo «pobre» (por poner un ejemplo), defendiendo que la pobreza no tiene por qué ser para siempre (te puede tocar la lotería, alguien puede ayudarte…). A pesar de que en este aspecto, los políticamente correctos «respetan al 100%» la norma establecida, discrepo en sus argumentos, ya que, dependiendo de qué verbo se utilice, las connotaciones son muy distintas. «Ser pobre» es algo, por desgracia, que dura para siempre en demasiadas personas de este mundo y, aunque no sea así, el hecho de ser pobre es algo que condiciona totalmente la forma de vida de una persona, al igual que ser rico. ¿O acaso es lo mismo «ser rico» que «estar rico»?

Estos son tres de los cientos de casos que hay de este tipo de lenguaje. Cada uno, claramente, tiene su opinión a favor o en contra, yo simplemente he dado mi humilde opinión: el lenguaje políticamente correcto es humanamente incorrecto.

Sólo nativos, por favor

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En estos tiempos en los que emigrar está a la orden del día, el número de academias y cursos de idiomas – sobre todo, de inglés –  que hay por todo el país ahora se ha multiplicado y, al parecer, el prestigio del curso en cuestión aumenta si los docentes son nativos. Y yo me pregunto ¿por qué? ¿Por qué se da por sentado que un nativo puede tener más capacidad de enseñanza que alguien que ha estudiado el idioma y, por tanto, a parte de competencia lingüística, tiene competencia docente?

Hace un tiempo, escribí una entrada en la que explicaba que, en el Reino Unido, no se estudia gramática en los colegios e institutos (https://lasalasdehermes.wordpress.com/2012/10/11/aprender-tu-idioma-es-importante/), argumento más que aceptable para valorar más a los no nativos con estudios y conocimientos. Con esto no quiero menospreciar a los nativos, ni mucho menos, únicamente reivindico consideración y oportunidades a los docentes no nativos que pueden ser igual o más competentes que los propios nativos.

He de añadir que no hablo solamente por nativos angloparlantes en España, sino hispanohablantes en otros países, por ejemplo, el año siguiente de estar yo en el colegio de Inglaterra, me sustituyó un chico español que, por muy español que es, resultó ser un auténtico desastre.

En resumen: la nacionalidad no hace al profe.

Vídeo

El hazmerreír

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Tras ver a Ana Botella, la «ilustre» alcaldesa de Madrid, dando un discurso en un inglés vergonzoso con una enorme sonrisa y, lo que es peor, sintiéndose orgullosa de ello, creo que ha quedado más que claro lo necesario que es saber idiomas, fundamentalmente, el inglés. Asimismo, hay que saber los límites de cada uno y, si ve usted, señora Botella, que el inglés no es su fuerte, habría quedado mucho mejor contratar a un intérprete para no quedar como una analfabeta.

Medios de todo el mundo han puesto a caldo a esta señora con toda la razón del mundo. Lo peor es que, con la gran actuación de la alcaldesa, no se ridiculiza a ella sola, sino a todo nuestro país, por mucho que no nos represente a muchos en absoluto.

Tengan cuidado, señores políticos y representantes, sus actos tienen mucho peligro.

Por si alguno aún no lo ha visto, aquí dejo el vídeo y me voy a «have a cup of café con leche«.

El ridículo del patriotismo lingüisitico

Tras muchos meses de poca o ninguna inspiración, creo que ya es hora de retomar un poco el blog y lo voy a hacer dando caña. Ahora que estoy en el pueblo, me he fijado en la manía de muchas personas en reforzar su sentido patriótico regional a través del lenguaje (cosa que sucede en toda España y, muy probablemente, en todo el globo). En principio, no es nada reprochable, salvo si inventan o recogen palabras de lo más antiguo para recalcar su orgullo patriótico.

No estoy atacando que la gente esté orgullosa de su procedencia, ni mucho menos. Yo siempre diré que soy aragonesa a pesar de haber vivido en otros lugares más que en Aragón, pero es de donde me siento (no siempre uno es de donde pace), lo que me parece ridículo es hablar mal y destrozar el idioma simplemente por demostrar de dónde es uno.  Un ejemplo bastante claro es justamente en un pueblo cercano al mío en el que inmortalizaron la figura de un tal Joaquín no sé qué (no recuerdo la razón). El caso es que en aragonés la «j» se convierte en «ch» y a este señor en cuestión, llamándose Joaquín, le hicieron la mención con su nombre «aragonizado»: Chuaquín. Una payasada sin sentido.

Es estupendo que haya sentimientos de orgullo por el lugar de donde se es, pero hasta cierto punto. Nadie es más de un sitio por intentar hablar de forma más cerrada ni por adoptar las costumbres más antiguas. Seamos sensatos y no catetos.

De aquí o de allí: la eterna lucha

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Desde la separación del doblaje entre España e Latinoamérica, ambos «bandos» están siempre defendiendo su doblaje como mejor que el otro. Hay innumerables foros de Youtube (por decir uno de tantos) en los que españoles y latinos atacan el doblaje del otro y defienden con uñas y dientes el suyo. ¿Quién tiene razón?

Como española que soy, me gusta más el doblaje español, pero más que por razones técnicas es por mera costumbre, porque es el castellano que estoy acostumbrada a oír en la televisión, radio, etc. Me parece absurdo que se discuta tan acaloradamente sobre un tema tan absolutamente subjetivo. A cualquier persona le gustará siempre más el doblaje de su país que el de cualquier otro porque ya está acostumbrado a él, a las voces, a los efectos, al tipo de doblaje en general.

Pero quiero lanzar una pregunta al espectador español: ¿Qué le pareció el nuevo doblaje en castellano de La Sirenita? Para mí, sinceramente, fue una aberración, ni mucho menos porque estuviera mal hecho, sino porque cambiaron la letra de las canciones que he cantado desde que prácticamente tengo memoria. Porque no concibo a Úrsula cantando otra cosa que no sea Pobres almas en desgracia. Si el doblaje de esta película (o de cualquiera de la época, incluso series) se hubiera hecho en español de España desde un principio, el Pobres almas en desgracia me daría una patada en el oído. Sin embargo, no puedo imaginarme al Genio de Aladdín cantando en otro español que no sea el de España.

También sucede que el doblaje suele ser rechazado una vez se escucha la versión original. En mi caso, me pasó por primera vez con la serie Friends, a pesar de tener un muy buen doblaje, pero una vez oí las voces y sonidos originales, doblado ya no era lo mismo (y aquí surge la cuestión de doblaje vs. subtitulación).

Sea como sea, la verdad es que el doblaje español como el latino son de los mejores del mundo y no merece la pena tanta discusión porque, al fin y al cabo, para gustos, los colores.

Aprender viajando

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Viajar es uno de los mayores placeres de la vida en todos los sentidos. Es una experiencia muy bien valorada por muchos, pero temida por otros cuantos, siempre con el pretexto del largo viaje, aviones, ganas, tiempo, dinero… Pero viajar no tiene porqué implicar desplazarse a la otra punta del mundo y gastar una millonada en hoteles y comida, puede ser ir a la provincia de al lado, descubrir, disfrutar con la opulencia o humildad que cada uno quiera o pueda.

Abú Simbel

Es una maravilla ver lugares nuevos en los que uno no se imagina hasta que se ve allí, formando parte de ese entorno. Es lo que me ocurrió cuando estuve en Egipto y vi al amanecer el templo de Abú Simbel: no pude contener las lágrimas al ver que realmente estaba allí, en un templo de más de 3.000 años. Uno de mis grandes sueños viajeros se había cumplido. Pero, como he dicho antes, no hay que desplazarse miles de kilómetros para ver maravillas: España está llena de rincones más o menos conocidos guardando miles de tesoros para la vista.

Además de ser grandes experiencias culturales, los viajes aumentan nuestra riqueza lingüística. Aunque sea un viaje de placer y se aprendan algunas palabras sueltas (incluso de nuestro mismo idioma), si se está aprendiendo otra lengua o, simplemente, se quiere mejorar, viajar es la excusa perfecta para hablar un idioma con más fluidez, aunque sea mínima, pero siempre vendrá a bien.

Plaza de España - Sevilla

Y qué gusto da estar de vuelta y recordar todos los momentos, todas las experiencias, todo lo visto. Es por todo esto, y seguro que algo se me escapa, que os animo a todos a viajar, a recorrer mundo. Los que nunca lo hayáis hecho, atreveos y los que sí, seguid. Es un placer que hay que aprovechar.

Los ciegos también han de disfrutar

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Es muy curioso cómo la audiodescripción es un mundo prácticamente desconocido y muy poco estandarizado y profesionalizado, aunque, poco a poco, todo tipo de material audiovisual está siendo adaptado para ciegos.

Antes de seguir, quiero dejar claro qué es la audiodescripción: no es sólo describir lo que ocurre en una película o en una serie, se trata de transmitir emociones, sensaciones, las mismas que percibe una persona que ve. Este «detalle» hace que sea una tarea ardua, ya que tenemos que ponernos en el lugar de un ciego, que no es nada fácil y entender que no son tontos, no hay que dárselo todo masticado. Hay películas en las que te dicen todo el argumento durante los créditos del principio.

Algo que no me esperaba es lo creativa que es la audiodescripción. Si queremos transmitir sensaciones, hay que saber escribir bien y con un plus de dificultad: el tiempo, ya que no se pueden pisar los diálogos o ciertos sonidos que puedan ser importantes para el argumento, de lo contrario, la persona ciega que lo esté escuchando, no se enteraría de la misa la mitad y acabaría por dejarlo.

Al igual que en subtitulación para sordos, se audiodescribe el material traducido, por lo que no es necesario ser traductor para hacerlo, sólo tener buena capacidad de síntesis y saber describir bien, siendo capaz de crear imágenes con palabras.

Obviamente, antes de comenzar a escribir, hay que ver el material audiovisual con el que se va a trabajar primero y apuntar cada detalle para redactarlo luego.

Algo que no hay que describir, obviamente, son los colores, porque no van a decirle nada al ciego y sería algo insultante, al igual que no se pueden utilizar frases como «se ve» o sinónimos.

Y, ¿qué sucede si el director confunde al espectador con imágenes o secuencias? Si confunde al vidente, también hemos de confundir al invidente. Como he dicho antes, no hay que dárselo todo masticado, no son tontos. Si el objetivo de la escena o de toda la película es confundir, eso es lo que hay que transmitir.

En definitiva, los ciegos tienen tanto derecho como cualquier otra persona a disfrutar del cine y la televisión. Que disfruten de verdad.